Las instituciones educativas han tenido que asumir una acción no sólo instructiva, sino integral, propia de un mundo altamente digitalizado e interconectado, impulsadas por los avances tecnológicos y la pandemia.
La mera instrucción se queda corta e invita al desafío de asumir la responsabilidad de preparar a los futuros ciudadanos en un contexto de incertidumbre y cambio constante.
La transformación digital que han tenido que enfrentar las instituciones educativas golpeó no sólo a lo administrativo, sino también a cada uno de los actores respecto de la forma de enseñar y aprender.
De acuerdo a la Subsecretaría de Educación Superior, el 2022 hubo un alza en la matrícula de primer año de pregrado en los programas A Distancia. Llegó a 37.094 estudiantes (11,6% del total) con un crecimiento de 17,9% respecto al 2021 y de 162,7% en los últimos cinco años. Además, la pandemia favoreció el desarrollo de los diplomados, pero perjudicó los Postítulos. Pasó de aproximadamente 11 mil alumnos el 2014 a 4.374 el año pasado.
Entender que la educación a distancia no se refiere a una clase por Zoom es lo que nos hizo innovar a tiempo a través de la generación de itinerarios flexibles, plantillas instruccionales para los docentes, permitiendo impartir en igualdad de oportunidades el proceso de enseñanza y aprendizaje. También acompañándolo de instructivos metodológicos y de cómo usar la plataforma, además de crear canales de comunicación para dar una pronta respuesta a inquietudes mediante tutoriales tanto para los estudiantes como para los docentes.
Las adaptaciones pedagógicas son fundamentales y los modelos tradicionales de enseñanza deberán trasladarse a entornos de aprendizaje a distancia donde ambos modelos coexistan de forma válida e integradora. Es por eso que, incluso previo a la pandemia, ya estábamos capacitándonos para levantar nuestro campus digital con herramientas útiles y adaptables a cualquier dispositivo tecnológico.
Las metodologías y nuevas tecnologías en pedagogía implican tener una mirada didáctica diferente, ser críticos como docentes y entender a la tecnología como un apoyo, un medio -más que un fin- que nos permita replantear cómo reinventar la labor de enseñanza.
¿Cómo abordamos ese cambio de paradigma? ¿Cómo mejorar los procesos? ¿Cómo conseguir un equilibrio entre lo presencial y lo virtual? Brindar flexibilidad a los estudiantes en base a sus requerimientos y necesidades, permitiéndoles elegir el modelo que más se acomode a su ritmo de vida. Pero, también es necesario contar con una infraestructura tecnológica adecuada: laboratorios digitales, herramientas didácticas, plataformas en plenas condiciones y optimización de tiempos de estudio.
La invitación más importante acá es para el docente a adaptar sus prácticas y ser creativos, innovar apropiando las tecnologías y permitiendo la coexistencia entre la educación formal e informal para captar su atención de los estudiantes, manteniéndolos comprometidos y autogestionados para que sean parte activa de su formación.
Marisol Hernández, directora de informática Educativa de la Dirección Desarrollo y Postgrados de la Universidad Autónoma de Chile.
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